La Odisea del Eyjafjalla. Crónicas Volcánicas. Episodio II

El viernes por la mañana la cosa tenía la misma mala pinta que el jueves, con la única excepción de que por lo menos el hotel nos había confirmado que teníamos la noche reservada. No podía volar, pero al menos tenía donde dormir.

Al acabar el curso a las 16:30 me pasé por el aeropuerto para ver si me decían algo distinto, y me encontré con más de lo mismo, con una salvedad; vi lo que me parece que es la escena más dolorosa de toda esta aventura: una mujer delante de las puertas por donde se entraba a todas las copañías del sudeste asiático, con cuatro maletones en los que en alguno cabría yo si pudiera doblarme hasta tocarme los pies, sentada en un banco y llorando a moco tendido, más sola que la una.

Como no tenía nada que hacer en Heathrow me fui a ver la torre de londres con su puente, y a continuación me volví al hotel.

Llegué al hotel a eso de las 9 de la noche y me encontré primero con la noticia en la tele de que British Airways anulaba todos los vuelos para el sábado. Otro día en que no podría volar. Al llegar a la habitación, la llave no funciona.

Me estaba empezando a poner nervioso, y me baje a la recepción y me dijeron que tenía que hacer el check out de los dos días que pagaba la agencia y el check in de esa noche, porque el precio era distinto (si y tan distinto que me cobraban lo mismo por una noche que antes por dos). También me confirmaron que seguramente no tendría habitación para la noche del sábado. O sea que encima de cornudo me quitaban la cama.

Visto el panorama, me compre un adaptador para el enchufe del ordenador por el módico precio de 6,5 Libras (unos 7 o 7,5 euros) y pagué dos horas de conexión a internet para empezar a buscarme la vida.

A todo esto a mi mujer decidí no contarle el panorama, para que por lo menos ella durmiera un poco más tranquila que yo. El problema es que ya me conoce demasiado y al no llamarle para contarle novedades, se puso en lo peor y acertó.

Las dos horas de conexión a internet me las pegué viendo horarios de trenes y ferrys para llegar a Francia pensando que una vez allí ya todo sería más fácil. Mentalmente si que fué más fácil, pero lo que yo no sabía es que los hijosdeputa de los funcionarios de trenes franceses estaban de huelga.

Sabiendo que el sábado iba a ser muy largo me fuí a la cama a las 12 de la noche.
Mañana más y mejor.
JIB.