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22 abril 2010

La Odisea del Eyjafjalla. Crónicas Volcánicas. Episodio III.

Terminé el relato del viernes diciendo que me iba a la cama a eso de las doce, y la verdad es que lo puse así a conciencia.

Me fuí a la cama no es lo mismo que me fuí a dormir. Los que me conocen saben que yo no me duermo, me desmayo según entra el segundo pie en la cama. Pues el viernes estaba dándole tantas vueltas a la cabeza con lo que me esperaba el sábado que no me pude dormir hasta pasada la una de la mañana.

Para colmo, antes de las seis de la mañana ya estaba despierto, así que comprobé que el hotel tenía abierto el buffet del desayuno, me duché y me baje a desayunar.

Lo de ese desayuno merecería capítulo aparte. Nunca, en toda mi vida, había desayunado tanto como el sábado. Entre el cabreo que tenía con el hotel (que me llevó a asegurarme que con lo que me cobraban por el desayuno no iban a ganar un duro) y que tenía en mi cabeza que esa podía ser la última comida digna de tal nombre en bastante tiempo, me puse de comer como si fuera dos o tres personas. Voy a resumirlo en que me levanté 4 veces a llenar el plato de comida. Además al acabar (era absolutamente incapaz de comer más) me levanté con una bolsa de plástico que llevaba en el bolsillo y me metí en la bolsa, delante de todo el mundo un par de manzanas y un plátano, junto con un par de periodicos para tener algo con que entretenerme a lo largo del día.



A las 7:45 de la mañana del sábado hice el check-out del Hotel y me marché a la terminal 3 de Heathrow, desde donde se supone que salía mi vuelo, para intentar conseguir que British Airwais me devolviera el importe del billete, y así tener algo más de dinero en el bolsillo, porque mis existencias de libras se reducían a unas 23 o 24. Me dijero que no, porque el billete se había comprado por agencia y ellos se lo devolvían a la agencia y la agencia a mí.

Visto que no había manera me resigne a tener que pagar todo con tarjeta, así que mi banco se va a poner las botas este mes con las comisiones.

A las 8:25 me cogí por última vez en este viaje la línea de metro de Picadilly, que es la que me llevaba a la estación de King's Cross y de St. Pancras (de donde sale el Eurostar a París). 70 minutos después llegué a la estación y el panorama era bastante desalentador: Colas de más de 100 personas en las taquillas del Eurostar, con el agravante de que estaban pasado bajo un cartel en varios idiomas que decía que los tickets del eurostar del sábado estaban todos vendidos y no se vendía para el domingo.

¿Qué hacían todos en la cola? Aún no he llegado a entenderlo. Eran las 9:35 de la mañana, llevaba más de tres horas despierto y lo único positivo del día era el desayuno...

Me dirigí a la taquilla de trenes regionales a pedir un billete a Dover, punto de partida de la mayoría de los ferrys que salen de Inglaterra al continente y cuando al de la taquilla le pido un billete para Dover me dice que si no tengo el billete de ferry no me lo da, porque allí sin el billete del ferry me mandan para Londres de vuelta. Al decirle que no, me dice que lo intente comprar por internet.

Me puese a andar por la estación y no encontré ni un sólo local con conexión a internet, ni siquiera pagando. Que eso pase en Pamplona es lógico con la estación que tenemos, pero que pase en Londres la verdad, no me parece de recibo.

Me salí a la calle y me puse a buscar hasta que encontré una taberna en que anunciaban que tenían wifi gratis y ahí me quedé. La wifi era gratis, pero el café me costo 3 libras una taza. Grande, pero una taza.

Me pegué casi una hora y media intentando comprar un billete, lo intente todo, hasta decir que iba en moto, porque una de las compañías no vendía billetes para pasajeros sin vehículo. No hubo manera.

Visto que la historia no tenía ninguna buena pinta me busque el nombre y la dirección de un colegio mayor del Opus Dei en Londres con idea de tener un sitio donde ir a mendigar un trozo de sofá para dormir esa noche y me volví a la estación a volver a intentarlo.

A las 1:30 volvía a estar delante del mismovendedor de antes y al pedirle el billete me pidió el del ferry. Le dije que en hora y media no había conseguido comprarlo.

Su respuesta fué que sin billete no me vendía el del tren, porque en Dover no vas a tener donde dormir.

Cuando estaba a punto de irme, me quedo mirando y le respondo: "el suelo de Dover es igual de duro que el de Londres, allí al menos estaré más cerca de salir de aquí." Le debí impresionar, o parecer MUYYYY desesperado porque me miró y me dio el billete mientras decía que mucha suerte. ¿Primer éxito del fin de semana!

El tren iba de St. Patras a Ashford International y ahí tenía que hacer transbordo para coger el que me llevaba a Dover. En el tren había dos tipos de pasajeros. Los británicos que biajaban sin maleta y nos miraban con mezcla de pena y extrañeza, y el resto que ibamos como podíamos. Entre los que llevabamos maletas ya se empezaba a ver una cierta solidaridad y empezaban las conversaciones.


Pero fué en el segundo tren cuando ya se empezó a ver descaradamente. En el segundo tren me toco sentado delante un maquinista del tren que estaba acabando el turno, y entre Miguel (un portugues del que ya tendré tiempo de hablar más adelante) y yo conseguimos averiguar como se iba desde la estación al puerto: opción A, taxi carísimo. Opción B 30 minutos de paseo con la maleta. Además nos enseño una nota interna en que acisaban a los maquinistas y los revisores que el tren a Dover iba a ir especialmente lleno durante el día.

Al llegar a Dover, Miguel y yo decidimos que lo mejor era ir andando, más que nada para airearnos un poco. Nos dijeron que habían habilitado una línea especial de autobuses, pero no lo vimos, así que nos fuimos andando. La gente debió pensar que sabíamos lo que hacíamos y al cabo de un rato se había formado una cola de unas 30-40 personas caminando detrás nuestra.

El caso es que conseguimos llegar al puerto de Dover a las 13:40 ¿y apenas había 5 personas en la cola delante de nosotros! pensé que eso no podía ser bueno, que fijo que ya no había mas billetes. Nada más lejos de la realidad. Billete inmediato para un barco que salía enseguida.

IBA A CONSEGUIR SALIR DE LA ISLA.


Me hizo tanta ilusión que le hice esta foto al billete.

En el proximo capítulo: el Viaje desde Dover hasta París.
Javi.

4 comentarios:

  1. Entonces la foto más interesante tendría que haber sido la de los platos del desayuno; seguro que mucho más espectacular que la del billete.
    Veo que experimentaste lo de la burocracia británica, que en mi opinión tiene bastante poco que envidiarle a la de aquí.
    Mira ahora el lado bueno: verías la campiña inglesa, cruzarías el canal, como en cantidad de novelas que habrás leído.
    Eso sí, espero que la Uni te cubra los extras, porque si no el curso te va a salir bastante, por no decir muy, caro

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  2. No me bajé la camara de fotos al desayuno. Una pena.
    Lo de la burocracia, le he estado dando vueltas y después de ver el tamaño de Dover, creo que lo hacían para evitar una aglomeración de gente que no pudiera viajar y se crearan problemas para alojarlos y alimentarlos. No me parece mala opción. El domingo escuché que en Dover estaban desbordados y que había gente durmiendo en el cine.
    Los gastos me los cubren. Es una empresa seria.

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  3. Vale que tengas mucho curro, y vale que este fin de tuvieras lío; pero ¿No te está costando cerrar mucho la historia? A ver si nos ponemos...

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