Dios escribe recto, con renglones torcidos. Pero vaya que si escribe.

Llevaba yo unos cuantos meses dándole vueltas a la cabeza con un par de ideas para como decía yo "dar un paso adelante", una de ellas en el plano profesional y la otra en el plano personal.

Después de unos cuantos años muy duros, ya estaba alcanzando una situación de estabilidad (sobre todo mental) que me permitía ir pensando en eso.

Había hecho planes y propuestas en ambas líneas y no parecía que ninguna de mis ideas estuvieran teniendo respuesta (o al menos una respuesta en el plazo que yo me marcaba mentalmente).

Y, de pronto, sin esperarlo, me ha caído del cielo ese paso adelante que necesitaba, pero por el lado menos esperado y por supuesto, cualquier parecido entre el superproyecto que se me viene entre manos para el curso que viene y lo que yo tenía pensado ya fuera en el ámbito profesional o en el personal, es como el parecido entre un huevo y una castaña.

 

Escribiendo esto me he acordado de la frase que acabo de pegar.

Pero lo mejor de todo esto es que no sólo lleva meses Dios riéndose de mí, sino que yo ahora me rio también a carcajadas con el plan que Dios tenía para mí. Mucho mejor que cualquiera de las cosas que a mí se me habían ocurrido.